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EDITORIAL DOMINICANA

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"Contemplata aliis tradere"

Del 19/02/2018 al 31/12/2018

SOLEMNIDAD DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

 

Queridos hermanos y hermanas de la familia dominicana del Perú. En 1170, en Caleruega (Burgos-España), en el seno de una familia auténticamente cristiana, nace un profeta, a quien le invocamos al final de nuestra jornada con los títulos de “Luz de la Iglesia, maestro de la verdad, rosa de paciencia, marfil de castidad, predicador de la gracia…”: nuestro padre Santo Domingo de Guzmán.

 

Estamos celebrando esta fiesta de nuestro padre y sentimos una alegría inmensa de servir a la Iglesia al estilo de este predicador de la gracia, quien, con su vida y obra, es la respuesta a las palabras de Jesús como aparece en el texto con el que doy inicio este saludo: “ustedes son la luz del mundo…”. Santo Domingo alumbró al mundo con su predicación y con su vida. No se ocultó estableciéndose en un convento por largo tiempo, sino que salió a predicar por diferentes lugares de Europa. No se puso debajo del celemín de la ignorancia doctrinal de su tiempo, sino que, instruido doctrinal y espiritualmente, recorre los caminos enseñando la verdad para la salvación de las almas.

 

Jesús (verdadera “Luz que alumbra a todo hombre y sol que no conoce el ocaso”) pide a sus discípulos que sean luz en el mundo y que sus obras brillen para que el mundo dé gloria a Dios. Domingo, luz de la Iglesia, portador del fuego de Dios para incendiar el mundo con la predicación,   funda la Orden para esta misma misión: llevar el fuego del amor divino por medio de una predicación de la gracia, de acuerdo a la verdad del Evangelio y de la Iglesia, cuya finalidad es la salvación de las almas. Esta Orden ha iluminado al mundo de diferentes formas, evitando colocarse en los lugares donde no alumbre o no se vean sus obras.

 

Para alumbrar al mundo, Domingo quiso que su Orden sea universal. Para ello, quiso que sus frailes, si bien deben vivir en comunidad (en conventos), deben ser también dispersados para ejercer el ministerio de la predicación. Cuentan los primeros frailes, que Fr. Domingo, cuando retornó de su viaje de Roma, a los ocho meses de haber recibido la bula de confirmación de la fundación de la Orden por parte del papa Honorio III, el 15 de agosto de 1217 reúne a sus frailes para comunicarles de que había decidido enviar a sus frailes a distintas partes de Europa: España, Paris, Roma; posteriormente enviará a Bolonia. Esta decisión lo había tomado haciendo mucha oración, invocando la luz del Espíritu Santo.

 

A este acontecimiento se le conoce como “Pentecostés dominicano”, por el hecho que fue una decisión meditada invocando al Espíritu Santo. Esta decisión, al inicio no aceptada por algunos frailes y por algunas autoridades tanto eclesiásticas como civiles, por el hecho de que se pensaba que era una decisión tomada muy a la ligera, a los que Domingo responderá que no le critiquen, pues él sabe bien lo que hace, porque el trigo amontonado se pudre mientras que disperso da fruto, es una muestra de que la vida y obra de Domingo estuvo siempre iluminadas por el Espíritu Santo, deseoso de que el mundo entero se beneficiara de la predicación. Nuestro Padre había tomado en serio las palabras de Jesús cuando le dijo a Nicodemo: “El viento sopla donde quiere pero no sabes de donde viene ni a donde va”. No sabían los frailes a dónde iría el futuro de la Orden por esa decisión de Domingo, pero decidieron obedecer al maestro de la verdad y confiaron en sus decisiones sabias y santas. Se dirigieron a esos lugares donde fundaron conventos, haciendo visible muy pronto los frutos del trigo dispersado.

 

Queridos hermanos y hermanas: no sabemos a dónde llevará el Viento (Espíritu Santo) a esta familia dominicana del Perú. Lo único que sabemos que él, el Espíritu Santo, es el mismo que ungió y acompañó a Jesús durante todo su ministerio público; es el mismo Espíritu que vino sobre la Iglesia naciente para fortalecerla y empujarla para dar testimonio de la Buena Noticia; es el mismo Espíritu que ha guiado y sigue guiando a la Iglesia a lo largo de la historia para ejercer un servicio profético.

 

También nosotros hemos sido ungidos en ese Espíritu en nuestro Bautismo. A ese mismo Espíritu invoquemos que nos asista siempre en nuestra misión de la predicación en el Perú: Lima, Chimbote, Trujillo, Chiclayo, Arequipa, Cusco, Shintuya-Salvación, Puerto Maldonado, Sepahua, Quillabamba, Koribeni, Timpía, Kirigueti, etc. No tengamos miedo dejarse conducir por el Espíritu Santo ni dejarse dispersar por estos lugares. El Espíritu hará que nuestras palabras y nuestra vivencia de nuestra fe alumbre a los hombres de hoy para que den gloria a Dios, y será el que nos haga producir fruto.

 

Un abrazo fraterno a todos los frailes de las diferentes comunidades y centros de misión. Un saludo cordial a Mons David y a todos los que trabajan con él en el vicariato apostólico de Puerto Maldonado, cuyo patrón es nuestro padre Santo Domingo. Y un saludo especial al equipo de predicación itinerante, cuyos miembros intentan poner en práctica el ejemplo de Santo Domingo viajando por todas partes llevando la Palabra de Dios. Muchos saludos también a la gran familia dominica en el Perú. Que todos unidos seamos luz para el mundo y que nuestras palabras y obras conduzcan a los hombres para alabar a Dios.

 

Ruega por nosotros, bienaventurado Padre Domingo,

Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Jesucristo, de quien sus palabras son para nosotros luz que ilumina a todos los hombres en medio de toda oscuridad en el mundo.

 

Fraternalmente, en Cristo, nuestra Señora del Rosario y nuestro padre Santo Domingo.

Fr. Rómulo Vásquez Gavidia, O.P.

Prior Provincial

(08/08/2018)

 

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